Canto de Abril a nuestro Apamate Diocesano
Abril florece, pincel de luz temprana,
y en nuestro Complejo, ¡qué bella mañana!
El Apamate alza su copa florida,
un manto rosado, visión preferida.
Árbol de gracia, de tronco paciente,
testigo silente de estudio ferviente.
Tus ramas desnudas, de invierno pasado,
hoy visten de gala, de pétalo alado.
En el Néstor Pérez, tu estampa serena,
inspira la calma, la mente serena.
Tus flores que caen, alfombra rosada,
son suave caricia, ofrenda sagrada.
Abril te celebra, con brisa que juega,
con sol que te dora, la sombra que entrega.
Apamate nuestro, de estirpe aragueña,
belleza que brota, que el alma reseña.
En cada capullo, promesa de vida,
en cada corola, la paz florecida.
Así te admiramos, gigante y gentil,
emblema de abril, en nuestro pensil.
Tu rosa vibrante, que el cielo dibuja,
es canto de vida, que el alma cobija.
Apamate amado, del suelo diocesano,
¡tu abril es un sueño, hermoso y lozano!
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